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problema estructural

Vivir en la calle: una realidad que interpela al Estado y a la sociedad

El desempleo, la salud mental y la violencia institucional agravan una realidad marcada por el estigma.

El fenómeno de las personas en situación de calle en Uruguay ha dejado de ser una cuestión excepcional para consolidarse como un problema estructural. Según el último relevamiento realizado por el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) en agosto de 2023, hay 2.756 personas viviendo en la calle en Montevideo, lo que representa un aumento de 24 % respecto al censo de 2021. Además, cerca de 11.000 personas han pasado por los servicios sociales del Mides entre 2023 y 2024.

En respuesta, el gobierno ha lanzado una serie de planes que buscan un abordaje más integral y comunitario. El ministro de Desarrollo Social, Gonzalo Civila, detalló en rueda de prensa que habrá un aumento de cupos nocturnos a través del Plan Invierno, que prevé 2.100 plazas, y la mejora de la infraestructura existente. “Se están recorriendo por parte de las autoridades esos centros y se están generando acciones de mejora de esa infraestructura dentro de las posibilidades presupuestales que tenemos este año”, afirmó Civila.

Además, se abrirán nueve centros comunitarios en el área metropolitana, donde las personas podrán esperar un cupo nocturno en condiciones dignas, con atención técnica y propuestas socioeducativas. “Vamos a generar los centros barriales con equipos técnicos y también con trabajo voluntario de parte de organizaciones que permitan acompañar la espera del cupo y además generar propuestas sociolaborales, socioeducativas”, explicó el ministro.

La responsable del programa Calle del Mides, Carla Lima, amplió sobre las otras acciones que integran el plan ‘Comunidad a la Calle’. Entre ellas, destacó el fortalecimiento del transporte seguro hacia los refugios y una iniciativa de compras con valor social. Sobre esto último, Lima explicó que el ministerio comprará insumos para los refugios a grupos organizados integrados por personas en situación de vulnerabilidad, como personas liberadas del sistema penitenciario, que han estado en situación de calle o cooperativas o emprendimientos unipersonales formados por estas personas.

“Vamos a establecer una experiencia de poner en diálogo a todas las entidades que están preocupadas por la situación de calle, que trasciende lo que son las fronteras del Uruguay, que tienen una complejidad muy profunda y estructural”, añadió Lima.

El programa también prevé el despliegue de 50 duplas itinerantes compuestas por técnicos y agentes comunitarios que actuarán directamente en el territorio para vincular a las personas en situación de calle con el sistema de protección social.

Denuncias por recortes, sueldos impagos y falta de personal técnico

Desde el Sindicato Único de Trabajadores de Instituciones Gremiales y Afines (Sutiga), Diego Andrada, expresó preocupación por la falta de comunicación con los trabajadores ante la inminente implementación del Plan Invierno, que comienza el 15 de julio.

Además, señaló la persistencia de problemas arrastrados de la administración anterior, como los recortes en equipos técnicos y demoras en el pago de salarios. “Entendemos que al día de hoy todavía hay refugios que están afectados por estas condiciones que tienen que ver con el salario de los trabajadores”, sostuvo y añadió que en el período anterior “sacaron los equipos técnicos, psicólogos, asistentes sociales, bajaron las horas de enfermería y todo eso provocó también parte de la de la debacle y la situación grave actual”.

Consultado sobre las expectativas respecto a la nueva administración, Andrada indicó que existen expectativas tanto por parte de los trabajadores como de los usuarios. “Creo que ese es el desafío que tiene el ministerio nuevo, en tratar de empezar a solucionar estos temas de base”, dijo, aunque subrayó que será necesario convertir los anuncios en “cuestiones objetivables y concretas”.

Entender la complejidad para romper el estigma

Otro aspecto central del problema es el rechazo que muchas personas tienen hacia los refugios. Según datos del Mides, alrededor del 50 % de quienes están en situación de calle no acuden a estos espacios. Para la socióloga Fiorella Ciapessoni, esto se relaciona directamente con experiencias previas de violencia institucional. “Tiene que ver con experiencias de violencia que han sufrido en las instituciones, que lo que hacen es alejar de de los servicios porque las experiencias son de tal violencia que dejan que dejan secuelas”, explicó. En ese sentido, valoró positivamente la creación de las duplas itinerantes, ya que implican un acercamiento distinto: “Hay que acercarse desde otro lado, desde la confianza”.

De cara al segundo semestre del año, el Mides proyecta además una Estrategia Nacional Integral para la Prevención y Abordaje de la Situación de Calle, que será construida de forma participativa con distintos actores de la sociedad como sociedad civil, academia, organismos internacionales y especialmente a personas que han vivido en la calle. El objetivo es establecer una hoja de ruta a cinco años para afrontar la problemática de manera estructural.

En el interior del país, la situación también es crítica. En departamentos como Salto y Paysandú, la respuesta ha dependido en gran parte de redes de voluntarios. En Rivera, en tanto, la frontera con Brasil agrava la situación debido al tránsito de personas sin hogar entre ambos países.

La esperanza de vida de una persona que vive en la calle está entre los 45 y 50 años y tiene diez veces más de probabilidades de suicidio que la población general. Más allá de las políticas públicas, las causas del fenómeno son múltiples: desempleo, crisis habitacional, problemas de salud mental, consumo problemático de drogas y violencia intrafamiliar, entre otros factores.

Para Ciapessoni, “escuchar a las personas que tienen experiencias de calle, es fundamental”. Además, advirtió sobre el tratamiento mediático del tema, que “siempre se trata de individualizar, de patologizar, de criminalizar” y lo que estas tratativas mediáticas hacen es contribuir “a un estigma, a una discriminación y a una violencia mucho más grande”. La socióloga instó a “tratar de salirse de estos lugares comunes”, para poder “empezar a entender la complejidad de este problema”.