Bernardo Zabaleta cuestionó el origen del proyecto Neptuno, ya que sostuvo que “desde un principio esto surge como una iniciativa privada”, que fue “aceptada y defendida por el gobierno anterior sin tener ningún sustento científico”.
El anuncio del gobierno de abandonar el proyecto Neptuno y priorizar obras en la cuenca del Santa Lucía marca un giro relevante en la planificación del abastecimiento de agua potable para el área metropolitana.
En lugar del cuestionado proyecto, se construirá una planta potabilizadora en las inmediaciones de Aguas Corrientes, y una reserva de agua bruta en Solís Chico, que incluirá también una pequeña planta de tratamiento.
El doctor en Ciencias Ambientales Bernardo Zabaleta valoró la decisión y señaló en Nada que perder que se trata de una apuesta por fortalecer el sistema actual de abastecimiento y por considerar la información científica generada a nivel nacional.
“Por primera vez se estaría actuando acorde a lo que conocemos del Río de la Plata y de los avances en materia ambiental que se han venido realizando en los últimos años”, expresó.
Zabaleta explicó que, durante el desarrollo del proyecto Neptuno, no se tuvo en cuenta la evidencia científica producida localmente, la cual fue publicada en revistas internacionales con revisión de pares.
Además, cuestionó también el origen del proyecto, ya que sostuvo que “desde un principio esto surge como una iniciativa privada”, que fue “aceptada y defendida por el gobierno anterior sin tener ningún sustento científico”.
Sobre la información disponible en torno a Neptuno, señaló que los únicos estudios imparciales fueron los generados desde la academia, mientras que los informes a favor del proyecto fueron financiados por el consorcio que lo impulsaba. “Me parece difícil creer que si a vos te pagan vas a ir en contra de tu empleador”, cuestionó.
Frente a las críticas de que la cancelación de Neptuno responde a motivos políticos, como expresó el expresidente Lacalle Pou, quien dijo que la decisión fue “netamente política y técnicamente desacertada”, el investigador fue claro: “Son muchos los fundamentos técnicos. Y la verdad que parece bastante irresponsable la declaración, sobre todo porque parecería estar asistiendo a otra película”.
Zabaleta comparó las características de ambas fuentes de agua. En cuanto al volumen, subrayó que el río Santa Lucía ofrece agua dulce constante, a diferencia del Río de la Plata, cuya salinidad es variable.
En relación con la calidad del agua, sostuvo que los eventos de cianobacterias en el Santa Lucía han sido escasos y que sus fuentes están identificadas. “En el Santa Lucía, entre 2016 y 2022 solamente tuvimos nueve eventos en los que las cianobacterias superan la mitad de un primer nivel de alerta”, detalló.
Sobre la seguridad, destacó que el Santa Lucía es una cuenca de jurisdicción nacional y gestionable, a diferencia del Río de la Plata, que recibe vertidos de varios países. En cuanto al costo, dijo que potabilizar agua del Santa Lucía es un proceso conocido, con costos previsibles, mientras que el tratamiento de aguas del Río de la Plata requeriría tecnologías más complejas y caras. “A cada problemática que tenía este proyecto se respondía con una solución más cara que la anterior y con efectos secundarios”, resumió sobre Neptuno.
Consultado sobre los impactos ambientales de seguir utilizando el Santa Lucía, Zabaleta admitió que existen, pero valoró que ahora la discusión se da con base científica y con participación de la academia y organizaciones sociales.
“No habría ningún proyecto que no tuviera complicaciones ambientales”, indicó, y agregó que es responsabilidad del Ministerio de Ambiente garantizar que los impactos sean admisibles o mitigables.