Los cuestionamientos al Proyecto Arazatí existen, a pesar de las manifestaciones del ministro de Ambiente, Robert Bouvier. Por ejemplo, las 500 observaciones del manifiesto público o el recurso de revocación contra el proyecto, señaló el doctor en ciencias ambientales, Bernardo Zabaleta.
La firma del contrato por el Proyecto Arazatí es un reflejo de la decisión del gobierno de tirar por la borda la Política Nacional de Aguas, de 2009, ley pionera en varios aspectos, como la participación ciudadana y el fomento de la eficiencia en el uso del agua potable.
Por ejemplo, en ningún momento hubo participación para discutir sobre estrategias posibles para enfrentar crisis hídricas ni se puso en discusión dónde estará ubicado el proyecto.
La estrategia del gobierno para enfrentar el problema del abastecimiento fue buscar otra fuente en vez de mejorar la eficiencia en la gestión del agua.
Así lo explicó el doctor en ciencias ambientales, Bernardo Zabaleta, en diálogo con Nada Que Perder (lunes a viernes desde las 09h. por M24 en su horario de verano). Recordó que el 40% del agua potabilizada se pierde y, para recuperarla, se requiere una inversión por debajo de la mitad de la inversión en Arazatí, ejemplificó.
Los cuestionamientos al proyecto incluyen acciones legales: el manifiesto público sumó más de 500 observaciones y más de 30 documentos técnicos presentados. En últimas etapas, Redes Amigos de la Tierra presentó un recurso de revocación, agregó Zabaleta. “El comentario hace ver que realmente no fueron tenidos en cuenta”, señaló.
“Nos queda claro que los únicos que se benefician de este emprendimiento son las empresas”, definió.
“El comunicado afirma que el Proyecto Arazatí garantiza un derecho básico a la población. Lo garantiza siempre y cuando puedas pagar una factura de OSE que te va a trasladar los costos asociados a potabilizar un agua contaminada”, algo que es muy costoso, complementó el especialista.
Como fuente alternativa ante fenómenos climáticos adversos, cuando hay sequía el agua en Arazatí es salobre, según datos del Instituto de Mecánica de Fluidos de la Facultad de Ingeniería.
Pero, en realidad no estamos hablando de una alternativa sino una fuente “complementaria”, en un 30% del total de la demanda. Si además se tiene en cuenta que se pierde el 40% del total del agua gestionada, en realidad apenas llegaría a la canilla del 15% de la población.