Las transferencias monetarias no son la “bala de plata” contra la pobreza infantil, sostuvo Bai

Para el coordinador del Diálogo Social, las transferencias monetarias no pueden ser vistas como la única solución para erradicar la pobreza infantil, sino que su impacto debe ser complementado con políticas de empleo, educación, salud, cuidados y vivienda.
En entrevista con Info24, el economista Hugo Bai, coordinador de la Comisión Ejecutiva de Diálogo Social sobre Protección y Seguridad Social, destacó que se busca “escuchar a la ciudadanía” a través de conversatorios y audiencias con organizaciones sociales, además de instancias con expertos que aportan investigaciones y propuestas sobre el sistema de protección social.
En un encuentro desarrollado el pasado 16 de setiembre, que estuvo enfocado en el rediseño de las transferencias monetarias hacia la infancia, se presentaron estudios de la Universidad de la República, del Instituto de Economía, del BID, UNICEF y de la Universidad Católica.
Según Bai, se logró identificar consensos en torno a la necesidad de simplificar el sistema y avanzar hacia una unificación de las prestaciones. El objetivo es que el esquema sea más claro para las familias y refuerce la seguridad económica de los hogares con niños, niñas y adolescentes.
Para Bai, en la actualidad existe “un sistema un poco fragmentado con cierta dispersión de los instrumentos que sirven de apoyo a las familias”.
Uno de los puntos de acuerdo fue mejorar la cobertura y la suficiencia de las transferencias. El economista recordó que estos apoyos han sido relevantes para reducir la pobreza, aunque no suficientes por sí mismos. “Las transferencias han sido un apoyo central en su momento, con lo que fue el Plan de Atención Nacional a la Emergencia Social [Panes] y luego el Plan de Equidad”, afirmó, al tiempo que subrayó que contribuyeron a mitigar la vulnerabilidad de muchos hogares tras la crisis de 2002.
El debate político se centra en cómo deben concebirse estos apoyos: como asistencia o como un derecho. Bai fue claro al respecto: “Lo percibimos como un derecho en función de que muchas veces la situación en la que se encuentran esos hogares obedece a desigualdades estructurales de la sociedad”.
En esa línea, cuestionó la vigencia de condicionalidades como la asistencia escolar obligatoria para mantener el beneficio, ya que en muchos casos “lo que termina generando es que se retira al Estado de los hogares que están en situaciones más críticas”.
Otro aspecto tratado fue la efectividad de las transferencias en la reducción de la pobreza infantil. Bai explicó que si bien han tenido un impacto, los resultados muestran rendimientos decrecientes, porque cada vez resulta más difícil llegar a los hogares con mayores niveles de exclusión.
Por eso, varios especialistas plantearon la necesidad de ir más allá de la línea de pobreza y apuntar a cubrir al 40 % de niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad. “Un hogar que está 200 pesos por encima de la línea de pobreza o 200 pesos por debajo es un hogar que está en situación similar”, dijo.
En el seminario también se analizaron propuestas concretas, como la de tomar la canasta básica alimentaria como referencia para calcular las prestaciones, con refuerzos específicos para los hogares más críticos.
“Todos querríamos poder avanzar con una política de este tipo de la noche a la mañana, pero evidentemente las condiciones no son las ideales desde el punto de vista fiscal”, reconoció.
Bai subrayó que las transferencias monetarias no pueden ser vistas como la única solución para erradicar la pobreza infantil, sino que su impacto debe ser complementado con políticas de empleo, educación, salud, cuidados y vivienda.
“No vayamos a pensar que las transferencias monetarias son la bala de plata para resolver el problema de la pobreza infantil”, señaló, aunque insistió en que pueden contribuir de mejor manera a garantizar un mínimo de seguridad económica para los hogares más vulnerables.