La acumulación de riqueza debería tener un freno, no puede ser infinita

En su espacio de reflexiones en M24 el expresidente José Mujica ponderó a “la democracia” como bien social “perfectible” y apuntó que en la sociedad “alguien tiene que hacerse cargo de terciar y ese es el papel de la política”.
Mujica abrió su columna “recordando que la democracia no es perfecta” y que “tiene muchos defectos”, aunque su “gran ventaja” radica en que “no se autoproclama como perfecta” y “por lo tanto sí es perfectible, mejorable y es definitivamente una obra en construcción, que no termina nunca; pero hete aquí que a la democracia le damos valor cuando la perdemos”, aunque “mientras tanto son muchas las fatigas” y “las desazones que nos produce porque no son las instituciones las que fallan sino los humanos”.
A esas limitaciones el exmandatario añadió, refiriendo a “Adam Smith” y a Thomas “Hobbes”, el hecho fáctico de que “la riqueza es un poder que incide en las decisiones y en el camino de la realidad, en cualquier sociedad democrática; por lo tanto, tampoco podemos esperar una perfección absoluta” dado que en las sociedades “tenemos no solo puntos de vista distintos” sino también “conjuntos de intereses contrapuestos”, recordó; de ahí que “la visión y el criterio que podemos formarnos de las decisiones están muy determinados por el lugar que ocupamos en la pirámide social”.
Después coincidió “con el expresidente brasilero (Fernando Henrique) Cardoso” en la necesidad de “un basamento que nos permita aceptar un margen de desigualdades, pero no el disparate que a veces se presenta” porque “socava la confianza democrática”; aun así, “no hay que confundir igualdad con igualitarismo” ya que “es obvio que los seres humanos somos distintos” y por ejemplo algunos son “más inteligentes, otros más audaces, otros capaces de mayor esfuerzo; pero si bien es cierto que ́el maíz nace desparejo ́, no hay tanta diferencia” real entre las personas.
“Que 8 individuos en el mundo tengan lo mismo que 3.500 millones no es algo digno, no tiene nada que ver, eso no es una construcción del orden natural, de la Naturaleza o de Dios; eso es una consecuencia del devenir humano, y el devenir humano debería poner límites a estas cosas”, es decir que “la acumulación de riqueza debería tener un freno, un tope, no puede ser infinita; hay barbaridades que asustan y una cosa es la riqueza hija del esfuerzo y del trabajo, y otra cosa es la acumulación indefinida del trabajo ajeno; por eso la democracia necesita un cierto margen de desigualdad acordada tolerable, y naturalmente sería atroz un igualitarismo de que todos tuviéramos lo mismo porque sería llenarse de burocracia y condenarse a la parálisis”, tal como “el otro extremo también termina siendo pernicioso”.
Entonces “vale la existencia del individuo y mucho vale la existencia del mercado, pero no le pidamos” a éste ni a aquél “que resuelvan algunos problemas que son de la comunidad entera; (...) a cada cual lo suyo, y no acompaño los estridentes fanatismos que excluyen un aspecto u otro”; así, “alguien tiene que hacerse cargo de terciar y ese es el papel de la política”.