97.9 fm MVD

102.5 fm Maldonado

˂ Volver a Portada

Impuestos saludables: qué aprendimos con tabaco y cómo aplicarlo a alcohol y azúcar

Subir impuestos salva vidas, protege a las y los jóvenes y no genera contrabando por sí solo. La evidencia internacional y la experiencia uruguaya marcan el camino: precios efectivos altos + control inteligente de la cadena. Ese aprendizaje sirve también para alcohol y bebidas azucaradas.

1) Tabaco: por qué subir impuestos funciona
Los impuestos al tabaco son la herramienta más costo-efectiva para reducir consumo, especialmente entre adolescentes. La recomendación internacional es que los impuestos representen al menos 75% del precio final.
En Uruguay, los datos más recientes en población escolar de 13 a 15 años muestran 10,4% de consumo actual de tabaco (GYTS 2019), mientras que en 2006 esa cifra era de 22,8%. En adultos (15 a 64 años) la prevalencia bajó de 29% en el año 2006 al 20% en el 2022. Cada incremento real de precio ayuda a evitar la iniciación y a bajar la prevalencia en jóvenes.

2) El mito del contrabando
La industria suele afirmar que “si suben los impuestos, sube el contrabando”. La evidencia internacional no respalda esa relación automática: países que elevaron fuertemente los impuestos redujeron el mercado ilegal cuando, al mismo tiempo, mejoraron su fiscalización (trazabilidad, aduanas, sanciones). El contrabando depende sobre todo de la capacidad del Estado para controlar la cadena, no del nivel del impuesto en sí. En Uruguay entre 2009 y 2017 el aumento de precios de los productos contribuyó con una disminución de la prevalencia de consumo, donde además entre estos años el volumen de contrabando a nivel nacional se mantuvo estable en 12% del mercado total (según datos del Banco Mundial).
En el período de flexibilización de políticas (2020 – 2024) el contrabando en el área metropolitana en el año 2024 se situó en 21% según encuentas de la UdelaR y la Universidad Adolfo Ibañez de Chile. De este contrabando, el 58% se vendía en comercios establecidos, como kioscos, almacenes, estaciones de servicio, etc, (solo el 16% se vendía en ferias, el 30% vendedores ambulantes).
Además, Uruguay es Parte del Protocolo para la Eliminación del Comercio Ilícito del CMCT, que exige sistemas de seguimiento y localización (track & trace) y controles a fabricantes, importadores y puntos de venta. Implementarlo a pleno es parte central de la solución.

3) Aprendizajes que sirven para alcohol
La X Encuesta Nacional sobre Consumo de Drogas en Estudiantes de Enseñanza Media mostró que 42% de adolescentes de 13 a 17 años consumió alcohol en el último mes y la edad promedio de inicio es 13 años. Es un problema de primera línea en salud juvenil. Aquí también sirve la lógica de precio efectivo: avanzar hacia una estructura impositiva por grado alcohólico y explorar precio mínimo por unidad de alcohol, medidas que desincentivan formatos de mayor riesgo y protegen a las y los jóvenes.

4) Y para azúcar: impuestos saludables a las bebidas azucaradas
Con azúcar y bebidas azucaradas, Uruguay todavía no cuenta con un impuesto orientado a salud que premie menos azúcar. La evidencia es sólida: en México, tras el impuesto a bebidas azucaradas, las compras cayeron 5–10% el primer año y 8,2% en promedio en 2014–2015, con mayores reducciones en hogares de menores ingresos y aumento del consumo de agua.
La recomendación internacional es que el gravamen logre ≥20% de aumento de precio efectivo en las bebidas con azúcar añadida, excluya el agua, se ajuste por inflación y se complemente con medidas de acceso a agua segura en centros educativos.

Conclusión
No es “impuestos vs. contrabando”. Es impuestos altos + control inteligente. Con tabaco, Uruguay ya demostró el camino: precios efectivos altos, regulación fuerte y fiscalización seria. Apliquemos ese aprendizaje a alcohol y azúcar para cuidar a nuestra juventud y reducir inequidades en salud.