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Análisis

Ensayo general para octubre: envión para el FA, dudas para sus contendientes

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Se ha repetido hasta el hartazgo y conviene hacerlo una vez más: las elecciones internas del domingo pasado no anticipan los resultados de octubre o noviembre. Pero junto a esa verdad conviene recordar otra igualmente innegable: estas elecciones sí inciden decisivamente en el clima político y, seguramente, condicionan tanto el arranque de la campaña hacia octubre como movidas tácticas y estratégicas de los actores políticos, cosas que de una manera u otra ya estamos viendo.

Como en el viejo juego de la perinola, el FA cerró la noche del domingo como si le hubiera salido el “Toma todo”. En el marco de una participación general relativamente deprimida obtuvo una votación histórica para sus propios antecedentes con más de 400.000 apoyos y encima del 45% de los votos a partidos. La cuenta final muestra que el FA creció en los 19 departamentos, con incrementos por encima del 25% en Montevideo y Canelones, donde consolida una fuerte hegemonía. Además, logró cerrar rápidamente la fórmula en el marco de un acuerdo previo y trasmite la idea de su posible retorno al gobierno como un escenario de alta probabilidad para octubre.

La figura de Yamandú Orsi sale tremendamente fortalecida. Los más de 240.000 votos que logró lo transforman sin duda alguna en el abanderado indiscutible del FA. En un período donde los liderazgos históricos se extinguen y se buscan nuevos, haber transitado la interna con su propio estilo y haberla ganado de forma tan contundente lo deja en un lugar privilegiado para encarar la campaña nacional. El suyo podría ser el salto más exitoso desde los liderazgos locales al difícil campo de la política nacional. Quizás eso también ocurra porque ya es tiempo de empezar a considerar que Canelones se ha transformado en un escenario relevante de la política nacional que tiene (y probablemente tendrá cada vez más) peso específico propio.

El efecto del triunfo de Orsi no debería obviar la importancia de la votación de Cosse. La ahora candidata vicepresidencial frenteamplista obtuvo casi 160.000 votos que son, en términos comparativos, casi un 50% más de los que cinco años atrás logró Martínez, en aquel entonces el candidato triunfador en el FA. Y todo indica que su perfil suma porque, entre otras cosas, muestra un atractivo relevante en algunos sectores de la población como los jóvenes y las mujeres del área metropolitana, un complemento interesante para la figura de Orsi.

Con ambos, el FA construye una fórmula potente por varias razones: resume casi sin exclusiones relevantes la competencia interna, combina diferentes estilos políticos, logra representar adecuadamente clivajes territoriales y sociales y sintetiza las principales sensibilidades en el seno de la izquierda.

La sorpresa en el Partido Nacional no vino por la elección de su candidato ni por el margen de su victoria, sino por un declive en la movilización de su electorado y la arriesgada jugada que significa la composición de su fórmula. Si bien un resultado que parecía cantado puede haber condicionado la concurrencia, el descenso más pronunciado de lo esperado podría sugerir cierta falta de entusiasmo.

La demora en el anuncio de la candidatura de Ripoll habla de un escenario que no parecía tan previsible, y la mezcla de sorpresa y desaprobación con que fue recibida en ciertas tiendas blancas sugiere que no era un “Plan B” conversado ni demasiado sondeado en la interna.

Delgado parece haber hecho una jugada de ajedrez político difícil de discernir. Su resultado sólo podrá juzgarse con el tiempo, pero lo pone más cerca de una apuesta a todo o nada que puede, para bien o para mal, condicionar el futuro de su carrera política.

En el Partido Colorado la victoria de Ojeda impacta más en términos simbólicos que electorales. El ahora candidato apenas superó los 40.000 votos y llegó poco más allá del 40% de las adhesiones que logró su partido, ya sensiblemente disminuido respecto a cinco años atrás. Desde que hay internas, será la candidatura electa con menor número y porcentaje de votos de todos los partidos establecidos.

Ojeda evadió hábilmente todos estos signos negativos cabalgando sobre el halo que le da ser la gran novedad de este ciclo político, y es innegable que su imagen tiene potencial. Pero la experiencia Talvi (mucho más potente electoralmente y que abortó luego tempranamente sin dejar huella relevante) le pone enfrente desafíos enormes no sólo para el corto, sino también para el mediano y largo plazo.

Cabildo Abierto tampoco tuvo su mejor noche. Aunque la falta de competencia interna puede explicar parte de su retroceso, parece innegable que el riesgo de caer en octubre es muy alto. Las pérdidas de legisladores (Lust, Capillera) que lograron algunos apoyos electorales dentro de otras etiquetas partidarias son un indicador de esa erosión.

Los diez partidos menores que superaron el umbral de los 500 votos tampoco indican, por el momento, potenciales que los coloquen más allá de la disputa de alguna banca en diputados.

El domingo pasado, el FA puso la música. Y se bailó a su ritmo. Simbólicamente, fue un golpe de efecto innegable, que consolida su imagen de favorito para las elecciones nacionales.

Pero solo fue un ensayo general para octubre. Le queda por delante una campaña larga y desafiante, donde todo indica que deberá esperar fuego cruzado desde sus adversarios. Una vez más: las internas no anticipan resultados electorales futuros, pero para el FA el camino no podría haber empezado mejor.

Agustín Canzani es sociólogo y analista político. Actualmente es director de la Fundación Líber Seregni. 

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