Actualmente, son 60 los niños internados en el Hospital Pereira Rosell y, de ellos, el 30 % tiene el alta médica, pero permanece allí por no tener un lugar seguro al que ir.
En lo que va del 2025, se han registrado 23 episodios donde niñas, niños y adolescentes han sido alcanzados por balas y, muchos de ellos, tras ser hospitalizados, no tienen un lugar seguro al cual regresar.
Desde la Plataforma Infancias y Adolescencias (PIAS) han advertido sobre esta alarmante situación mediante la campaña #NoSonBalasPerdidas, con el objetivo de generar conciencia y presionar por soluciones.
La representante de PIAS, Ximena Giani, destacó en el informe presentado por Alejandra Couto en Nada que perder que la creciente violencia contra niños y adolescentes está siendo subregistrada, ya que las situaciones que llegan a los medios de comunicación son solo algunas. Según Giani, quienes trabajan en la atención directa dentro de diferentes programas y organizaciones no siempre tienen conocimiento de todos los casos, ya que algunos no son denunciados ni reciben seguimiento mediático.
En el barrio montevideano Plácido Ellauri, en poco más de 24 horas, dos niños resultaron heridos en su casa, cuando tres hombres la atacaron, y una niña fue baleada en la espalda cuando se dirigía al liceo en un auto. En Rivera, en tanto, un joven de 18 años fue asesinado con un disparo en la cabeza y, en Durazno, otro joven de la misma edad fue baleado dentro del hospital de ese departamento, donde se encontraba internado.
En este contexto, Giani enfatizó la urgencia de generar conciencia e instó a las autoridades a tomar medidas efectivas para prevenir más víctimas. “Es importante empezar para tomar cartas en el asunto”, dijo.
El hospital como hogar de niños sin lugar seguro
Uno de los puntos más críticos de esta problemática es que el Hospital Pereira Rossell, el principal centro de referencia pediátrico, se ha convertido en el hogar de niños que, si bien tienen el alta médica desde el punto de vista de la salud, no pueden irse por falta de un lugar donde vivir.
Actualmente, son 60 los niños que están internados en el centro hospitalario y de ellos, el 30 % ya recibió el alta médica, pero permanecen allí por la demora en resoluciones judiciales y la escasez de cupos en el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU). Las edades de estos niños van desde bebés de pocos meses hasta adolescentes de 14 años, y algunos han permanecido en esta condición por más de cuatro meses.
El director del Pereira Rossell, Gustavo Giachetto, señaló a Nada que perder que esta situación es inédita: “Antes era una excepción que un niño ingresara herido de bala, la mayoría de los casos eran accidentes; no era intencional como pasa hoy”.
Las condiciones dentro del hospital intentan hacer llevadera la estadía de los niños que, en la mayoría de esos casos, sufren “vulneración de sus derechos”, hay “situaciones de abuso”, de “maltrato en sus diversas formas”, dijo Giachetto. Y, si bien “el hospital tiene que proteger y, si hay daño, tratar de corregir lo que se pueda, su rol después terminó. Porque no tiene la capacidad para responder a las necesidad de esta población tan especial”, explicó el médico.
El director del hospital indicó que la existencia de este problema les ha llevado a “intentar desarrollar algunas estrategias para contener, para acompañar” y que “se los estimula a que tengan actividades educativas”. Pero recalcó que el hospital no es un lugar para que vivan niños sanos.
El médico pediatra también señaló que “hubo un debilitamiento de muchos recursos territoriales con los que antes contábamos y ahora no”. Entonces — explicó— “situaciones que se pueden abordar desde el territorio, con un seguimiento, con un acompañamiento, ahora no, entonces terminan acá”.
Fortalecer las comunidades para proteger las infancias
La presidenta del INAU, Claudia Romero, reconoció que el sistema de protección infantil enfrenta un desafío con resultados a largo plazo: “Lo que hay que atacar son aquellas razones por las cuales un niño, una niña, un adolescente ingresa a un hospital y están esperando un hogar para vivir su cotidianidad. Ahí tenemos que hablar de la pobreza en su forma multidimensional y tenemos que hablar de violencia. Entonces, son estrategias que nos van a llevar a que la efectividad de las medidas que implementemos se vean en el largo plazo”.
Romero, que además es médica pediatra y asumió recientemente la presidencia de la institución, indicó que en la actualidad no se cuenta con los datos diferenciados de cuántos niños ingresados en hogares del INAU tienen como causa de ingreso las “violencias barriales”, pero que es un número que les interesa porque “es una repercusión más y es un daño más de esta situación de violencia que está aconteciendo”.
Al respecto, opinó que hay que trabajar en medidas de prevención, lo cual implica trabajar en las comunidades, con los barrios y de forma articulada, interinstitucional. “Necesariamente esto tiene que ser una política de Estado que nos encuentre a todos”, declaró y agregó que se debe “fortalecer las comunidades y trabajar con los vecinos, porque también desde los vecinos surge esta necesidad de sentirse protegidos en el barrio, de tener ideas y ahí hay mucha red para construir”.