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Desde adentro

Bengala en el clásico: vínculos entre barras bravas y crimen organizado

Partido entre Peñarol y Nacional por la final del Torneo Intermedio del Campeonato Uruguayo, en el Estadio Centenario. Foto: Santiago Mazzarovich / adhocFOTOS

Expertos señalan que la violencia de las barras se integra en lógicas delictivas más amplias.

Tras el clásico que dejó a un policía herido a causa de una bengala por parte de un hincha de Nacional, el Desde Adentro del periodista Diego Martini, para Nada que perder, aborda el vínculo entre las barras de fútbol y el crimen organizado.

La fiscal Claudia Amoedo detalló en audiencia que el imputado intentó despistar a la Justicia cambiando reiteradamente de ropa durante el ingreso y permanencia en el estadio.

“Aparece de una forma en el momento de ingresar, con un camperón, después aparece de otra forma vestido; también se lo identifica con la campera gris”, explicó. Esa prenda fue sometida a pericias químicas que arrojaron rastros compatibles con el material pirotécnico.

Amoedo subrayó que el acusado contaba con información privilegiada sobre los allanamientos. “Cuando le llega la información de que va a ser allanado, lo primero que hace es descartar un celular”, relató y manifestó que ese dispositivo nunca fue recuperado.

Un modus operandi repetido

El análisis de la fiscalía mostró un patrón de acción entre los integrantes de la banda llamada Sub-21: ingresan con identidades falsas, se cubren el rostro y dejan la ropa en lugares estratégicos para camuflarse. 

La fiscal remarcó, además, que existen indicios de financiamiento desde cárceles en Uruguay y Argentina, lo que refuerza la conexión con estructuras criminales más amplias.

El sociólogo Leonardo Mendiondo, que investigó de cerca las hinchadas de Nacional y Peñarol, ya que se infiltró en ellas, consideró a Nada que perder que el fenómeno no es nuevo. 

En sus estudios encontró que la mayoría de los integrantes provienen de sectores muy vulnerables. “Para la mayoría de los integrantes, el perfil socioeconómico es preferentemente bajo o muy bajo y en el extremo alcanzan distintos grados de exclusión”, escribió en su tesis.

Mendiondo describió códigos de silencio similares a los de organizaciones mafiosas y advirtió: “Estamos un poco en el horno, porque estas cosas, por más que tú vayas aprehendiendo a uno, a otro, siempre va a haber uno detrás como ocurre en el caso del comercio de droga”.

El psicólogo y licenciado en seguridad pública Robert Parrado advirtió que no se trata solo de violencia en el fútbol. “No hay una mirada interinstitucional, interdisciplinaria, se ha perdido mucho tiempo en entender que es un fenómeno policriminal”, sostuvo.

Según Parrado, el funcionamiento interno de las barras responde a un modelo jerárquico con consignas definidas por quienes lideran, y existe un clima de temor que impide controlarlas de manera efectiva.

El financiamiento y el poder

El sociólogo Gabriel Tenenbaum, autor del libro ‘Los protectores del capital’, explicó que tanto en los delitos de “cuello blanco” como en los de territorio aparecen mecanismos similares. “Los mecanismos son básicamente los mismos: tener impunidad, tener información privilegiada, conectarse con personas que te pueden facilitar el negocio”, señaló.

Para Tenenbaum, la lógica del crimen organizado se reproduce también en las barras: “Por negocio también entiendo seguir integrando la barra, fortalecer al grupo y sostener los negocios ilícitos que tienen”.