El relacionista público Alfredo Etchegaray demandó al Estado por haberse “apropiado” de forma ilícita de los objetos rescatados del buque nazi Graf Spee.
El hundimiento del acorazado nazi Graf Spee fue uno de los mojones del inicio de la Segunda Guerra Mundial, en 1939. Cayó en las costas del Río de la Plata luego de la orden de desocupar el buque militar y el suicidio del almirante Hans Langsdorff. Y el resto se perdió en el estuario del sur.
Hasta que en 2006 emergió el águila del Graf Spee de las aguas del estuario, con sus 400 kilogramos de peso, partir de la labor del buzo Héctor Bado. Además, miles de piezas del “acorazado de bolsillo” nazi dieron fama al hallazgo. Pero también comenzó el problema.
A partir de su hallazgo, la pieza permaneció custodiada por la Armada Nacional. El 17 de junio de 2023, tras muchos años y más disputas, el presidente Luis Lacalle Pou presentó su iniciativa: fundir el águila para utilizar su material en la construcción de una escultura que figure una paloma de la paz, con el trabajo del plástico Pablo Atchugarry.
La determinación fue duramente cuestionada por historiadores. Además, fue promovida en el mismo mes del acto reparatorio por los delitos de lesa humanidad cometidos por el Estado durante la dictadura 1973 – 1985. La idea cayó en dos días.
Pero los problemas judiciales iniciaron un nuevo capítulo. Este 18 de diciembre, El País informó que uno de los accionistas dueños de la pieza nazi, Alfredo Etchegaray, inició una demanda al estado por el “arbitrario comportamiento estatal” por los derechos sobre los objetos recuperados del Graf Spee, incluido el águila.
Reclamó por el 50% de las tasaciones de dos firmas de rematadores, lo que corresponde a unos 25 millones de dólares. Según declaró Etchegaray a Radio Uruguay, el presidente lo llamó para informarlo sobre una iniciativa privada para instalar un proyecto cultural, que no cuajó porque el grupo empresarial “aparentemente no le cumplió al presidente, que quedó enojado”, finalizó Etchegaray.
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